Los datos de la Dirección General de Salud (DGS) lo demuestran: tras un periodo de baja circulación del virus SARS-CoV-2, desde mediados de mayo se ha producido un elevado aumento del número diario de casos de infección en Portugal. Y las pérdidas de vidas humanas asociadas.

Durante el mes de junio se registraron más de 9.000 casos, 616 de ellos en un solo día. La media diaria de muertes por COVID-19 fue de nueve, cifra que aumentó a diez en julio. El día 25 de ese mes, el número de casos registrados había ascendido a 7.802 (por día). Las causas son bien conocidas: festivales de música, conciertos, fiestas populares y partidos de fútbol, situaciones propensas a grandes concentraciones de personas.

Durante este periodo, el COVID-19 ha provocado un aumento del número de personas de todos los grupos de edad que acuden a urgencias. Ahora, como antes, se ha vuelto a penalizar a la población vulnerable: las personas mayores y las que viven con enfermedades crónicas. Según las cifras oficiales, alrededor de 75 de cada 100 personas menores de 60 años que perdieron la vida este año no se habían vacunado la temporada pasada, a pesar de tener indicación de hacerlo, porque padecían enfermedades crónicas que les hacían más susceptibles de contraer enfermedades graves.

Hay actos sencillos que, ante una situación de vida o muerte, como eran estos casos, pueden marcar la diferencia: la vacunación anual contra una enfermedad potencialmente mortal es uno de ellos.

Los virus cambian constantemente. Esta es una característica de estos microorganismos. Por esta razón, las vacunas tienen que ajustarse para seguir al máximo estos cambios, llamados mutaciones, y hay que vacunar cada año a las personas más vulnerables.

Cada vez que alguien con indicación de vacunarse no lo hace, se pone en peligro a sí mismo y a los demás al permitir que siga circulando el virus, que puede mutar en algo más infeccioso o escapar a la inmunidad existente. Esta situación se ha repetido una y otra vez durante la pandemia de COVID-19, pero el brote de este verano, un triste recordatorio de las consecuencias de dudar o negarse a vacunarse, indica que se ha olvidado.

En septiembre se inició otra campaña de vacunación estacional contra la gripe y el COVID-19. Si tiene indicación de vacunarse, hágalo.

Reduzca al máximo el riesgo de contraer enfermedades graves y proteja al mismo tiempo a quienes le rodean.

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